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#SembrandoJuntos lección 2: mazorcas de oro

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¡Bienvenidos a la segunda semana de #SembrandoJuntos! En esta ocasión investigamos la historia e influencia social del maíz.

La familia McClung ha estado participando en nuestro reto #PlanteamosJuntos. Peggy Humes, estudiante de postgrado especializándose en la relación histórica entre los humanos y sus cultivos, trabaja en el laboratorio arqueológico del McClung con la Dra. Hollenbach. Para su reto de #SembrandoJuntos, ambas Peggy y la Dra. Hollenback escogieron granos de maíz y han documentado el proceso de crecimiento de sus plantas.

Radícula emergiendo de una semilla de maíz.

¿Notas el material blanco que surge del grano de maíz? Este brote se llama la radícula y representa los comienzos de una raíz.  A medida que las raíces se desarrollan, estas fijan la semilla y, eventualmente, la mata en su lugar. Peggy documentó la primera aparición de una radícula el séptimo día de su experimento.

En términos botánicos, la planta se llama zea mays y se denomina mazorca a su fruto. En el vocablo hispano, dependiendo del país, zea mays puede conocerse como maíz, choclo, jojoto, panizo o elote entre otros nombres.

El maíz es una planta fascinante y su cultivo juega un rol clave en el día a día de culturas e industrias alrededor del mundo. Como uno de los cereales con mayor volumen de producción a nivel global, el maíz es materia prima de productos como la harina de maíz, la maicena, la sémola de maíz, el etanol, el jarabe de maíz e inclusive de plásticos biodegradables. Si consideras la mayoría de productos cotidianos que almacenas en casa, encontrarás conexiones. La lista parecería interminable: ¡desde crayones, tizas, cosméticos y pasta de dientes, hasta pañales para bebé!

El maíz goza de una larga y rica historia. La planta fue domesticada hace casi 9,000 años en el suroeste de México. Sin embargo, evidencia encontrada en yacimientos arqueológicos a lo largo de las Américas, tal como residuos de mazorcas quemadas, demuestra que el cultivo de maíz en la antigüedad tenía un alcance extenso. Arqueólogos  han procesado muestras en Chile que datan de hace 3,000 años y en Canadá de hace 1,000 años. Se estima que la difusión de esta planta se facilitó mediante sofisticadas redes comerciales. Investigadores en el McClung son parte de la comunidad científica que contribuye al estudio del maíz a través del análisis de muestras en nuestro laboratorio, la investigación de colecciones arqueológicas, exhibiciones en galería  y colaboraciones con comunidades indígenas de la región.  

El maíz depende de la intervención humana para  sobrevivir ya que sus semillas no se dispersan por sí mismas. Evidencia arqueológica sugiere que muchas culturas nativas en Norteamérica han empleado el método de  asociación de cultivos para cosechar maíz por miles de años. En este caso, se siembra el maíz junto a variedades de frijol y de calabazas, lo cual crea un sistema donde estas plantas se ayudan la una a la otra a medida que crecen. El tallo del maíz  se convierte en soporte para las ramas trepadoras del  frijol; las plantas de frijol enriquecen la tierra con nutrientes, y las hojas de la calabaza cubren el suelo para protegerlo del sol y conservar la humedad de la tierra. La prevalencia  de este método de cultivo también se evidencia en las tradiciones de culturas indígenas en las Américas. Por ejemplo, existen variantes de la leyenda de las tres hermanas en la que el maíz, el frijol y la calabaza representan una de las hermanas. 

¡Únete a la discusión en nuestras redes sociales! Envíanos tus preguntas y comparte el progreso de tu proyecto en el reto #SembrandoJuntos. 

 

Recursos adicionales

Estalló el secreto: el misterioso origen del maíz